Sebastián Ochoa
“En el Altiplano la comida se enfría enseguida, pero aquí nunca”, comenta el tata Rafael antes de meterse una cucharada de sopa de arroz y yuca, con algunos pelos de zanahoria rayada, algunos granos de sal. En el campamento que los marchistas improvisaron junto al río Tijamuchi el sol es omnipresente, se concentra bajo las lonas de la tienda del Consejo Nacional de Markas y Ayllus del Qullasuyu (CONAMAQ), en los pastos altos al lado del agua, donde se bañan y nadan gente de todas las edades. Menos las y los tímidos, que alegan la falta de un traje de baño, o la presunta existencia de anguilas eléctricas y/o pirañas en el recorrido fluvial. Esperan a las tres de la tarde, cuando algunos dirigentes informarán fundamentalmente sobre las reacciones del gobierno nacional ante el avance de la marcha.“Esto es lo que nos dan las ONGs”, ironiza tata Walberto Baraona, mallku de Medio Ambiente del CONAMAQ, mientras hunde la cuchara en la comida que nunca se enfría. Lo primero que piden los marchistas es noticias. Quieren saber qué se dice en los medios sobre esta idea que los tiene con los pies pesados de ampollas. Les preocupa la forma en que los muestran. Se sorprenden por el relato de las manifestaciones de solidaridad con la marcha, realizadas en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, que en algunos casos terminaron con gasificación policial.
Más allá, bajo un árbol frondoso, se apiñan cientos de marchistas del oriente. Evalúan nombrar a algunos hermanos para que se encarguen de pescar, “porque comer carne nos va a dejar sin valentía”, juzgó una señora. Y elogian el espíritu emprendedor del pueblo Ayoreo, que apenas detenidos se internaron en el bosque para salir con dos monos atravesados por flechas. “Esa es buena carne, porque los monos comen solamente frutas”, observaron. Mientras tanto, otro grupo analiza la manera de traer donaciones reunidas en Cochabamba.
“La Paz 526 Km”, dice el cartel junto al puente que cruza el río. Hasta el viernes creen que llegarán a San Ignacio de Moxos, donde recalaría una de las puntas de la carretera que atravesaría al Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), motivo de esta marcha que convocó a los pueblos indígenas de todo el país. Entre los marchistas, todos son conscientes de que permitir la pavimentación en el TIPNIS implica regalar los derechos de los pueblos indígenas adquiridos sobre todos los territorios comunitarios que poseen. Si el gobierno nacional pasa sobre este territorio, entonces podrá pasar sobre todos los territorios.
La tamborita suena sin parar, mientras la tarde avanza sobre el campamento. Calculan reiniciar la marcha a las tres de la mañana, para detenerse en el pueblo de Fátima. Es un trayecto largo, sin agua, por eso es lo mejor aprovecharse de la oscuridad antes de que el sol se haga insoportable, alrededor de las nueve de la mañana.
Ayer, el presidente Evo Morales se refirió a esta Octava Marcha Indígena, en defensa de los derechos de los pueblos indígenas y del TIPNIS. “Ojalá las ONGs no estén financiando para oponerse a las políticas de integración de Bolivia. El día que sepamos, esperemos a ver la forma de cómo frenar esta clase de conspiración mediante las ONGs. A lo mejor, como siempre, USAID está por ahí. Veremos también ese tema de USAID”, dijo. En el campamento los indígenas reían ante lo que consideraban una muestra de desprecio del presidente hacia los principios de autodeterminación e independencia que rigen al CONAMAQ y a la Confederación de los Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), realizadoras de la movilización.
La marcha partió el 15 de agosto desde Trinidad, integrada por 700 personas de todos los pueblos indígenas de Bolivia. Ayer, se sumaron hermanas y hermanos del pueblo Guaraní de Chuquisaca. Y esperaban la llegada de la delegación de la Central Indígena de la Región Amazónica de Bolivia (CIRABO).
“No tenemos ninguna información del gobierno, por lo que consideramos que no le está dando ninguna importancia a esta marcha. Vamos a continuar, este es el segundo día y nos faltan 32 días más para llegar a La Paz”, dijo el presidente de la Subcentral Isiboro Sécure, Fernando Vargas.
Ante la amenaza de agrupaciones de transportistas de bloquear el camino por donde pasaría la marcha, Vargas dijo que “no damos importancia porque es una estrategia para atemorizarnos. Veremos en la caminata, en el avance que tengamos, tal vez con toda la información que brindemos reflexionen ellos mismos. Deben entender que nosotros no estamos en contra del desarrollo ni de ningún proyecto de carretera, solamente estamos en contra de que se destruya nuestro territorio, nuestra vida, nuestra existencia y los recursos naturales, no solo del TIPNIS, sino de todos los territorios indígenas”.
El domingo 14 de agosto, en San Ignacio de Moxos se realizó un Cabildo en el que las instituciones cívicas y empresariales se manifestaron contra la marcha indígena y a favor de la carretera. “Ese Cabildo no fue de interés solo y único de los ignacianos. Fue de los propios asambleístas departamentales, como Carlos Navia, Omar Ruíz, por ejemplo, liderizada por la señorita Jessica Jordan. Ellos han venido a hacer esa actividad, pero vivimos en un país democrático, por lo que ellos pueden hablar y tener su propia opinión. Pero en el fondo, ganaderos y los mismos ignacianos lloran cada vez que llega la sequía y lloran porque cada vez hay más efectos tremendos que estamos sufriendo por el calentamiento global. Si vamos a destruir pues nuestra naturaleza, que mañana no pidan nada a nadie. Que sepan enfrentar las dificultades y reflexionen que lo destruido ya no va a poder ser construido nuevamente”, dijo Vargas.
Sobre el TIPNIS
El TIPNIS, que en el mapa parece un triángulo apuntando al sur, tiene 1,2 millones de hectáreas y es una de las zonas más biodiversas de Bolivia. De acuerdo con el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap), en esa área protegida hay 108 especies de mamíferos (el 30 por ciento de las especies del país) y más de 470 especies de aves, que son el 34 por ciento del total de Bolivia. También tiene 39 especies de reptiles, 53 especies de anfibios y 188 especies de peces y mamíferos nadadores, como el bufeo, un delfín rosado en peligro de extinción, como otras especies que habitan el territorio, según datos de la Fundación Tierra.
De las 1.236.000 hectáreas del TIPNIS, 1.091.000 son de la TCO de los indígenas. Las casi 200 mil hectáreas de diferencia están en manos de aproximadamente 20 mil familias de colonizadores, que cultivan mayormente coca.
La carretera tendría 306 kilómetros, entre los municipios de Villa Tunari (Cochabamba) y San Ignacio de Moxos (Beni). Requeriría una inversión de 436,2 millones de dólares, de los cuales 332 millones provendrían de un crédito del gobierno de Brasil. Así, cada kilómetro costará en promedio 1,4 millones de dólares.
Bolpress
1 comentarios:
cualquier proyecto por pequeño que sea se tiene que hacer un estudio de impacto ambiental,se lo tiene que hacer para evitar lo qu ocurrió en algunos paises de nuestro continente donde son actos irrevrsibles donde todos son perjudicados y que en este caso aprovecharian los negociantes de madera y los que se opropian las tierras para plantar soya o cria de ganado, osea no seria para la myoria de los bolivianos sino para algunos aprovechadores de alma sobosa.
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