jueves, 14 de febrero de 2013

India conmocionada por la violación múltiple de una estudiante en un ómnibus


Alberto Salazar Gutiérrez *
Nueva Delhi (PL).- La violación múltiple de una joven de 23 años en Nueva Delhi desató una oleada de protestas en todo el país y en otros Estados del sur de Asia, donde las mujeres también son víctimas de ultrajes similares. Hechos de esa naturaleza son cosa de todos los días en la región; basta repasar los periódicos o mirar la televisión un par de horas para corroborarlo, pues la llamada crónica roja da incesante cuenta de los abusos sexuales y otros escarnios físicos y morales a los que están expuestas las mujeres.

El 16 de diciembre de 2012, después de salir del cine, una joven de 23 años y su novio abordaron un ómnibus de una empresa privada en el que iban seis hombres ebrios. Sin que el chofer hiciera nada por impedirlo, los sujetos violaron y apalearon a la chica. Su acompañante también fue molido a golpes y lanzado desde el ómnibus en marcha cuando éste circulaba por un paso elevado.

Si el hecho cobró notoriedad fue por la brutalidad con que varios sujetos asaltaron a la muchacha, una estudiante de fisioterapia que había salido del cine en compañía de su novio y esperaba el ómnibus en una parada del sureño distrito delhita de Saket. Sin sospechar la tragedia que se avecinaba, aceptaron el ofrecimiento del chofer de un autobús que pasó por allí.

Cuando entraron, casi sin mediar palabras, seis sujetos violaron a la chica, incluso con una barra de hierro, y apalearon a su acompañante casi hasta la inconsciencia. Luego, semidesnudos los dos, los lanzaron a la calle y hasta intentaron aplastarlos dándole marcha atrás al ómnibus. Si no lo lograron fue porque él pudo apartarla hacia la cuneta.

Allí estuvieron tirados sin que los conductores de varios autos particulares, de algunos rickshaws (triciclos motorizados que sirven de taxis) y hasta de tres patrulleros atendieran a sus llamados de auxilio. Finalmente un auto policial los llevó a un hospital. Ella llegó con los intestinos afuera -días después se los extirparon para evitar la gangrena- y con serias lesiones vaginales, anales y en los órganos internos. Él, con una pierna fracturada y varias heridas.

La historia de Amanat (en hindi, tesoro), como la llamó simbólicamente la ciudadanía, terminó 13 días después en un hospital de Singapur especializado en trasplante de órganos. La joven ultrajada falleció el 29 de diciembre a las 4:45 hora local (20:45 GMT) debido a las graves lesiones que sufrió en el cerebro y otras partes del cuerpo, indicó en un comunicado Kelvin Loh, director ejecutivo del hospital Mount Elizabeth. Ya había sido sometida a tres operaciones abdominales antes de ser trasladada a Singapur.

Manifestaciones de grupos femeninos y estudiantiles, cercos a estaciones policiales, debates parlamentarios e indignación social, son los impactos más visibles de la violación múltiple de la estudiante de fisioterapia, cuyo nombre aún se mantiene en reserva. Los enfrentamientos dejaron más de 150 heridos y un policía muerto. La ola de protestas que desató en India la violación múltiple inundó otros países del sur de Asia, donde las mujeres también son víctimas de ultrajes similares.

En Nepal, cientos de ciudadanos salieron a las calles en reclamo de leyes más severas contra los perpetradores de asaltos sexuales y de medidas garantes de mayor protección a las mujeres. Los manifestantes se congregaron frente a la casa del primer ministro Baburam Bhattarai para exigir también a las autoridades aplicar castigo ejemplarizante a empleados de seguridad del aeropuerto de Katmandú que en diciembre violaron a una chica a su regreso desde Arabia Saudita.

El caso destapó decenas de episodios parecidos en distintos puntos del país, mientras en Facebook, Twitter y otros medios sociales, organizaciones femeninas y de defensa de los derechos humanos demandaron un cambio en la legislación y en la actitud de la policía respecto a ese flagelo. En un país con la precariedad administrativa de Nepal es difícil cuantificar el número de violaciones.

Según los registros policiales, en la pequeña nación del Himalaya ocurrieron 486 violaciones en 2010, último año con datos, mientras la media en el trienio anterior fue de 433. Activistas femeninas alegan que la cifra es mayor porque muchas mujeres callan su desgracia; porque a veces ellas mismas son culpadas de “provocar” el incidente; porque a menudo los agresores forman parte de su entorno, o sencillamente porque la policía ni siquiera registra las denuncias.

En Pakistán el tema explotó a raíz de la violación de una niña de nueve años por tres hombres en la oriental provincia del Punjab. La madre de la niña la encontró frente a su casa, ensangrentada y medio inconsciente. Cuando se dirigía a la comisaría a denunciar el hecho, uno de los violadores la detuvo y amenazó con matarla si decía algo. La mujer volvió más tarde a la estación policial e hizo la denuncia, pero los acusados no han podido ser detenidos.

En un editorial titulado La vergüenza de Pakistán, el periódico The Express Tribune sienta un paralelo entre ese caso y el de la joven india. “Las mujeres que han sufrido violaciones o agresiones en Pakistán tienen que enfrentarse además a una escasa atención en la prensa, lentos procesos judiciales, amenazas del entorno y presiones de la familia para silenciar su situación y evitar una mayor vergüenza”, denunció el diario. Como botón de muestra, recordó que solo en los 15 distritos sureños de Punjab tuvieron lugar 2.713 ataques sexuales o agresiones físicas entre enero y noviembre del año pasado.

En Bangladesh la situación es no menos preocupante: mientras en 2044 se registraron 2.901 violaciones, hacia agosto de 2012 ya iban por 2.868. Aún no se han contabilizado los casos del año. Como en otros países del sur de Asia, solo una parte de los abusos son denunciados por vergüenza, por temor al acoso de los líderes religiosos o políticos, o por la manifiesta desidia de la policía. Y muchas veces el drama termina con el suicidio de las víctimas.

Aspirinas no curan el cáncer

Un alud de opiniones sobre las causas de los abusos sexuales en la India ha seguido al tremebundo hecho. Una gran parte lo atribuye al débil accionar de la policía y al poco rigor con que se sancionan los delitos de este tipo, sin faltar quienes culpen a las propias mujeres por vestir a lo occidental, trabajar en la calle, ir a centros nocturnos y otras peregrinas razones.

Muchos aseguran que la principal causa de la violencia sexual es la desproporción entre la población masculina y la femenina -se calcula que en la India hay 15 millones de hombres “extra”, determinada por el alto número de abortos cuando los padres saben que la criatura por nacer será niña. O el asesinato o el abandono en un basurero cuando ya nació.

También se señalan las insuficiencias del sistema educacional y el sentimiento de superioridad con que son criados los varones, generador de un sentimiento de absoluto desprecio hacia el llamado sexo débil. Ello origina que para las mujeres indias el simple hecho de salir a la calle sea un riesgo porque el acoso va desde silbidos y frases obscenas hasta manoseos en el transporte público, cuando no la violación.

En los hogares pasa otro tanto: en su informe sobre adolescentes correspondiente a 2012, Unicef reportó que más de la mitad de los adolescentes indios -el 57% de ellos, el 53% de ellas­- encuentran justificable que los maridos golpeen a sus esposas. Por suerte, la ciudadanía está cobrando conciencia de que las violaciones, los abusos físicos y morales y todos los demás fenómenos asociados a la desigualdad de género tienen profundas raíces estructurales.

Autotitulada la mayor democracia del mundo, la nación surasiática aún tiene mucho que hacer para merecer el título y rescatar a la casi mitad de su población de la trampa en que la han sumido las bases patriarcales y machistas de la sociedad. Mahatma Gandhi dijo una vez: “El día en que una mujer pueda caminar con libertad por la noche, ese día podremos decir que India ha conseguido su independencia”.

El comisionado de la Policía de Delhi Neeraj Kumar dijo que por ser el caso más horrible en la historia del cuerpo, la violación y asesinato de la joven en un ómnibus “ha dado un nuevo rumbo al sistema de justicia criminal de la India”. Aunque Kumar prometió que la institución “se enfocará en la seguridad de las mujeres”, muchos ciudadanos siguen exigiendo su renuncia, mayor presencia policial en las calles y condenas más severas contra los violadores.

Hay una justificada ira y angustia por este horrible incidente, pero les aseguro que vamos a hacer todos los esfuerzos para garantizar la seguridad de las mujeres, dijo el primer ministro indio Manmohan Singh. En respuesta a la ira popular, lo más que ha hecho el gobierno es aumentar la presencia policial en las calles, sobre todo de noche, ejercer mayores controles en los medios de transporte público, y nombrar una comisión que propondrá leyes más severas contra los violadores.

Las medidas poco han conseguido hasta ahora, pues los asaltos sexuales siguen a la orden del día, algunos tan espeluznantes como los de Amanat. A menos de un mes de la violación de la joven, el 13 de enero la policía india detuvo a seis sujetos que en similares circunstancias ultrajaron a una mujer en el noroccidental estado de Punjab.

Un oficial de la policía local dijo a medios de prensa que aprovechando que en el autobús no viajaba nadie más, el conductor y su ayudante lo desviaron a un lugar apartado y luego, junto a otros cinco rufianes abusaron de la mujer, de 29 años de edad y cuyo nombre se mantiene en reserva. El hecho se produjo en medio de la persistente demanda de la sociedad india de leyes más severas contra los abusos sexuales y de la adopción de medidas garantes de la seguridad de las mujeres.

Presionado por las manifestaciones sociales, el gobierno ha prometido crear una comisión especial con el encargo de imponer sanciones más severas a los perpetradores de abusos sexuales. En la India, la condena máxima por ese delito es de cadena perpetua cuando inciden circunstancias agravantes, pero la mayor parte de la ciudadanía exige que sea elevada a la pena de muerte.

Las estadísticas apuntalan la percepción general de que en la India hay cada vez más casos de violaciones y otras formas de agresión sexual, secuestro, acoso y maltrato contra las mujeres. Según un informe de la Oficina Nacional de Registro de Delitos, en 2011 en el país se denunciaron 228.650 casos de agresiones contra mujeres, frente a 213.585 en 2010, un aumento del 7,1%.

Las denuncias por asaltos sexuales en la capital india sumaron 706 en 2012, casi a razón de dos por día, para un aumento del 25% con respecto al año precedente. De acuerdo con un informe de la policía de Delhi, la cifra marca una sostenida tendencia, pues si en 2009 las violaciones reportadas fueron 459, en 2010 ascendieron a 585 y en 2011 a 572. La policía refirió que el año pasado también se dispararon las denuncias por abusos sexuales de diverso tipo al llegar a 727, 11% más que en 2011.

Según datos oficiales, cada 22 minutos una mujer india es violada, pero solo uno de cada cuatro perpetradores es condenado. Pero la cifra se queda corta: miles más son ultrajadas y no hacen la denuncia por vergüenza, temor o presumir que la policía engavetará el caso.

En el tradicional mensaje por el Año Nuevo, el presidente Pranab Mukherjee pidió dedicar el 2013 al mejoramiento de la seguridad y el bienestar de las féminas y a cambiar la mentalidad subyacente en estos hechos. El Ministerio del Interior de la India comenzó a estudiar las recomendaciones de una comisión oficial para castigar con mayor severidad los crímenes sexuales.

Vigente desde hace 153 años, el código penal indio reserva a los autores de una violación grupal una pena mínima de 10 años de cárcel y máxima de cadena perpetua, aunque con posibilidad de extinguirla antes o salir en libertad condicional. La Comisión Verma propuso privar de ese beneficio a los perpetradores de violaciones colectivas o las cometidas bajo ciertas circunstancias agravantes. Sugirió, asimismo, condenas máximas de siete años de cárcel por desnudar mujeres a la fuerza y por practicar el voyerismo (fisgoneo de otras personas en actitudes íntimas o eróticas), de tres años por acoso sexual y de cuatro por realizar manoseos.

En un reporte de 600 páginas, la Comisión también fustigó la “prioridad tan baja y sesgada a las denuncias de asalto sexual” y atribuyó a las fallas sociales y a las leyes demasiado laxas el inadecuado trato a los casos de asaltos sexuales. “La falta de buen gobierno es la raíz del actual ambiente de inseguridad que erosiona el estado de derecho y la falta de una legislación necesaria”, apuntó.

Fuentes judiciales indicaron que directivos y expertos del Ministerio del Interior analizan las propuestas del panel y las remitirán a la Comisión Parlamentaria Permanente de Asuntos de Interior, que a su vez les hará observaciones antes de derivarlas al Congreso. Por lo pronto, el Tribunal Superior de Delhi dio el visto bueno para la creación de cinco juzgados de vía rápida con vistas a procesar a los responsables de asaltos sexuales, uno de ellos el de Saket.

El Tribunal Supremo de la India instituyó una corte sumaria en Saket, un distrito del sur de Delhi donde seis sujetos violaron, golpearon y torturaron con una barra de hierro a la chica, quien murió a los 13 días en un hospital de Singapur a causa de severas lesiones internas. Los violadores fueron arrestados en cuestión de días y están siendo enjuiciados a puertas cerradas por una corte del distrito de Saket.

Los acusados serán procesados por una corte sumaria para dictar sentencia en el menor plazo posible. Entre otras acusaciones, todos enfrentan las de asesinato e intento de asesinato, violación en grupo, delitos contra natura, destrucción de evidencias, secuestro, lesiones para cometer robo y confabulación para asesinar.

Cinco de los sospechosos están siendo procesados en el distrito de Saket, mientras el sexto fue reconocido como menor de edad y solo extinguirá una condena máxima de tres años de internamiento si es encontrado culpable. A falta de otro documento probatorio, un tribunal de menores de Nueva Delhi validó un certificado escolar según el cual el reo había nacido el 4 de junio de 1995, con lo que el día de los hechos (el 16 de diciembre último) solo tenía 17 años. En virtud de ello, el inculpado comparecerá ante la Junta Juvenil de Justicia.
* Corresponsal de Prensa Latina en India.

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